De Garuhape a Asunción

De Garuhape a Asunción

Argentina – Paraguay

DURACIÓN

25 días / 26 noches

PARTICIPANTES

5 – 10 Conductores

DISTANCIA

700 km

Época Recomendada: Todo el año

Desde Garuhapé, un rincón tranquilo y selvático en el corazón de Misiones, el viaje comienza con la promesa de caminos húmedos, verdes infinitos y un ritmo distinto al de las grandes ciudades. La moto espera cargada y lista, mientras el olor a tierra mojada y vegetación fresca marca el tono de esta travesía hacia Asunción del Paraguay. Se trata de cinco días de rodar por la selva, cruzar pueblos de tierra roja, conocer culturas fronterizas y seguir el pulso lento del nordeste argentino hasta el cruce con Paraguay. Son seis noches de aventura, silencio natural y conexión total con la ruta.

El primer día se arranca temprano desde Garuhapé, saliendo por la Ruta Nacional 12 hacia el norte. El camino serpentea entre plantaciones de yerba mate y eucaliptos, mientras se escucha el canto de las aves escondidas en la espesura. La primera gran parada es El Soberbio, a unos 250 km, siguiendo un desvío que conduce directamente a uno de los rincones más mágicos de Misiones: el Parque Provincial Moconá. Pero antes de llegar al parque, se recomienda dormir en algún lodge ecológico sobre el río Uruguay. Las vistas desde allí son inigualables. La selva lo envuelve todo, y la noche regala cielos abiertos, grillos y humedad. El primer día cierra con la sensación de estar muy lejos del mundo cotidiano, en una tierra antigua y viva.

El segundo día está dedicado a explorar los Saltos del Moconá, esas cataratas que corren de manera paralela al río, únicas en su tipo. Para llegar a los saltos, se atraviesa un camino de tierra rojiza bordeado de vegetación espesa, y si el río está bajo, se puede hacer el paseo en lancha hasta la garganta de agua. El resto del día se pasa recorriendo el entorno natural, caminando por pasarelas entre mariposas y orquídeas, y al final de la tarde se vuelve a la moto para seguir hacia el oeste. El destino final del día es San Vicente, ciudad misionera ubicada a mitad de camino, donde el viajero puede descansar en una hostería sencilla y reponer energías.

El tercer día se retoma la ruta provincial 14, con destino hacia el suroeste, en dirección a Aristóbulo del Valle y Campo Grande. Las curvas suaves y los caminos interrumpidos por saltos de agua hacen que el trayecto se sienta breve. Desde la moto, se respira un aire pesado, húmedo, lleno de aromas de la selva. Si se desea un desvío con belleza natural, se puede visitar la Reserva de la Biósfera Yabotí, o desviarse hacia la zona de Salto Encantado, donde el agua cae desde una altura impresionante en medio de la selva cerrada. Esa noche se puede pasar en Oberá, ciudad más grande y con fuerte presencia cultural guaraní y centroeuropea. Aquí se mezcla la arquitectura de las colectividades con la cultura misionera profunda.

El cuarto día se convierte en la última etapa completa del lado argentino. Desde Oberá se avanza hacia Posadas, capital provincial y ciudad fronteriza. La ruta se vuelve más rápida, pero aún guarda paisajes de lomas verdes, capillas rurales y puestos de yerba. Al llegar a Posadas, el río Paraná domina la escena. Desde la costanera se ve Paraguay al otro lado, y ya se respira aire de cruce fronterizo. Esa noche conviene descansar en Posadas, ya que el día siguiente traerá el paso hacia otro país.

El quinto día comienza temprano, con el cruce del imponente Puente Internacional San Roque González de Santa Cruz, que conecta Posadas con Encarnación, Paraguay. El cambio es inmediato: las calles, el idioma, los colores y el ritmo de vida adquieren otra cadencia. Desde Encarnación se sigue por la Ruta PY01 hacia el norte, bordeando el río Paraguay. Las motos son compañeras frecuentes de estas rutas, compartiendo camino con vendedores ambulantes, campesinos y camiones viejos que van y vienen. El calor aumenta, el paisaje se vuelve más seco y el verde selvático se transforma en sabana urbana. Finalmente, al atardecer, aparece Asunción, recostada sobre el río, con sus barrios humildes, su centro colonial y sus calles onduladas. El ingreso a la ciudad es un contraste total con la selva misionera de los primeros días, pero también una forma de cerrar el viaje con una sensación de ciclo cumplido: desde la selva profunda hasta la ciudad capital, de lo remoto a lo cotidiano, de la introspección a la llegada.

Durante seis noches, el viajero habrá dormido con grillos, con lluvia sobre chapas, con el murmullo de cascadas o con el bullicio urbano de dos países hermanos. Este viaje en moto desde Garuhapé hasta Asunción no es solo un recorrido de kilómetros: es una travesía a través del verde, la cultura guaraní, la tierra roja, el calor húmedo y la libertad plena de moverse con el viento a favor. Un viaje corto en el calendario, pero vasto en memorias, que deja en la piel el perfume de la selva y en el alma, la certeza de haber rodado por uno de los rincones más mágicos del sur de América.